May Rollo

La ansiedad

Rollo May nació el 21 de abril de 1909 en Ada, Ohio, y Creció en Marine City, Michigan, donde prevalecía una actitud de clase media estadounidense anti intelectual. Su padre comentó varias veces que un episodio sicótico experimentado por la hermana mayor de Rollo se debió a “demasiada educación”. May sintió que el comentario fue “inhumano y destructivo” y llegó a odiar la “enfermedad” del antiintelectualismo. Sin embargo, indicó que en otros aspectos su padre era un hombre muy simpático (1983).

May se graduó en el colegio Oberlin en Ohio donde completó el bachillerato en artes en 1930. Allí, se maravilló ante las líneas simples pero hermosas de una antigua vasija griega exhibida en uno de los salones de clase y decidió ir a Grecia, lo cual hizo de inmediato después de su graduación. Trabajó en Grecia durante tres años, impartía clases en el Colegio de Anatolia en Salónica y viajaba durante el verano. Pasó dos veranos con un grupo de artistas modernos, pintando y estudiando arte campesino. El impacto de la mitología y filosofía griegas es claro en sus escritos. También fue a Viena y estudió de manera breve con Alfred Adler, cuyo enfoque influyó en él en forma considerable.

Los padres de May se divorciaron mientras él estaba en Unión, así que interrumpió sus estudios y regresó a East Lansing, Michigan, para cuidar de lo que quedaba de su familia: su madre, una hermana menor y un hermano. Durante ese tiempo, sirvió como consejero estudiantil en el Colegio Estatal de Michigan. Pudo regresar a Nueva York y terminar su licenciatura en teología en 1938. Durante sus últimos años en Union escribió su primer libro, The Art. Of. Counceling.

Más tarde, May sirvió como ministro parroquial en Montclair, Nueva Yérsey, antes de regresar a Nueva York para estudiar psicoanálisis en el Instituto William Alanson White de Psiquiatría, Psicoanálisis y Psicología. Se inscribió en la Universidad Columbia y recibió su primer doctorado en psicología clínica.

La vida profesional de May ha sido ocupada y productiva. Sirvió como consejero para estudiantes universitarios en el City Collage de Nueva York, desarrolló una práctica privada en psicoanálisis y se convirtió en miembro del Instituto White. Ha impartido enseñanza en la Escuela Nueva para la Investigación Social, la Universidad de Nueva York, Harvard, Yale y Princeton. Tiene numerosas publicaciones y ha sido galardonado con varios premios. En la actualidad, may vive en Tiburón, California.

May señaló (1967) que en la segunda mitad del siglo XX, el problema central que se enfrentaría sería un sentimiento de impotencia, una “convicción penetrante de que el individuo no puede hacer algo efectivo frente a los enormes problemas culturales, sociales y económicos”. Los sentimientos de impotencia son agravados por la ansiedad y la pérdida de los valores tradicionales.

El problema de la impotencia es mucho más profundo que el hecho de que ésta es una época de incertidumbre y de agitación social. De hecho, el “mundo desarrollado” a menudo actúa como si no hubiera problemas reales en el “mundo en desarrollo” a pesar de su pobreza y sufrimientos masivos (Sloan, 1990). Con el incremento en la tecnología, el poder se ha vuelto impersonal, una fuerza autónoma que actúa a nombre propio (1967).

May propuso la siguiente definición de ansiedad: “La ansiedad es la aprensión caracterizada por una amenaza a algún valor que el individuo considera esencial para su existencia como persona” (1977). La ansiedad es una característica inevitable del ser humano (1983), algo determinado. La ansiedad no tiene objeto, “debido a que ataca a esa base de la estructura psicológica en la que ocurre la percepción de uno mismo como distinto del mundo de los objetos” (1977). Por tanto, en la ansiedad, la distinción entre uno mismo y el objeto, se rompe.

El potencial para la ansiedad es innato, aunque los acontecimientos particulares que pueden volverse amenazadores son aprendidos. El temor es la expresión de la ansiedad en una forma objetivada específica. May sugiere que la ansiedad es intensificada en la cultura competitiva contemporánea por el aislamiento y la enajenación interpersonales que han surgido de un patrón particular en el que el yo es considerado como un objeto y la autovalidación depende del éxito sobre los demás (1977). La ansiedad, por tanto, es otro síntoma de un problema más profundo.

Los grandes esfuerzos actuales por disipar la ansiedad en realidad terminan incrementándola. May recuerda que no se puede vivir en una condición vacía por un período prolongado (1953). Se necesita algo para llenar el hueco, sea una autoridad destructiva, fármacos o alcohol. Al principio de este siglo, el vacío emocional en Europa permitió que los dictadores fascistas tomaran el poder.

El origen de los problemas se ubica en la pérdida del centro de valores en la sociedad (1967). Desde el renacimiento, el valor dominante en la sociedad occidental ha sido el prestigio competitivo medido en términos de trabajo y éxito financiero. Tales valores ya no son efectivos en el mundo posmoderno en el que se tiene que aprender a trabajar con otras personas a fin de sobrevivir. La competencia individual ya no proporciona el mayor bien ni para uno mismo ni para la comunidad. En su lugar, crea problemas donde antes no lo hacía.

Nuestra capacidad para colocarnos fuera de nosotros mismos y relacionarnos con las demás personas nos permite crear valores que ayudan a moldear nuestras vidas (1967). Por varios siglos, fuimos capaces de validarnos con nuestro poder sobre la naturaleza. Luego comenzamos a suministrar los métodos que han sido tan exitosos para el entendimiento y control de nuestra propia naturaleza. Al hacerlo, nos ofrecemos como objetos interpersonales que podían ser explotados. Junto con la pérdida del valor dominante del individualismo, se perdió un sentimiento de valía y dignidad del ser humano. Nos alejamos de la naturaleza y el uno del otro. En la actualidad, muchas personas están más cómodas conversando con una computadora que con otro ser humano. La soledad y el aislamiento que fueron potenciales en la sociedad occidental se han vuelto evidentes en forma amplia en nuestra época.

La respuesta a nuestro dilema es descubrir y afirmar una serie nueva de valores. Aquí, la postura existencial de May se vuelve evidente. Debido a que no tenemos “esencia”, no hay valores dados o “preestablecidos” en los que podamos apoyarnos. Nuestros valores son establecidos en el curso de nuestra existencia y nuestro destino incluye ahora la situación histórica en la que nos hemos colocado (1981). No puede haber una reafirmación simple de nuestra “esencia” humana, debido a que no hay ninguna; el ser humano está de manera permanente en el proceso de transformarse. Tenemos que elegir nuestros valores en el proceso de vivir.

May cree que la conciencia del yo es el distintivo único de la persona humana. La conciencia de sí mismo le permite al ser humano discernir entre él y el mundo, aprender del pasado y planear para el futuro, percibirse a sí mismo como lo hacen los demás y tener empatía con la gente que lo rodea. Sin embargo, la conciencia trae consigo el riego de la ansiedad y la crisis interior. Significa que debemos sostenernos por nuestra cuenta y desarrollar una identidad aparte de la de nuestros padres y antepasados. Incluso podemos ponernos en contra de ellos, si es necesario.

El ser humano, para auto realizarse, debe hacerlo en forma consciente por medio de la elección y la afirmación. La identidad no es automática, sino que nace en un contexto social y crece en las relaciones interpersonales. Sin embrago, el énfasis de may no se encuentra en la forma en que somos creados por otros sino en nuestra capacidad para desarrollar y experimentar nuestros propios yo.

La teoría de Rollo May une la tradición psicoanalítica en la psicología y el Movimiento Existencialista en la filosofía. Al combinar los discernimientos del psicoanálisis y del existencialismo, May logró desarrollar su propia perspectiva original. Al hacerlo ha ayudado a destacar la importancia de la Filosofía y el entendimiento de los valores para el psicólogo y para la teoría de la personalidad.