El otro ayuntamiento posible
Por José L. Tavárez H
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La actual administración edilicia de Santiago nos ha convencido de que un buen ayuntamiento es aquel donde se da prioridad a la construcción de aceras y contenes, edifica iglesias, hace escuelas y reparte ayudas entre personas necesitadas. Tan convencidos estamos de que esa es la mejor manera de gobernar la ciudad que hemos electo y reelecto al mismo síndico y parecemos dispuestos a volverlo a escoger en mayo del año próximo, esta vez por 6 en lugar de 4 años.
Ante esta eventualidad o la posibilidad de que surjan nuevas autoridades me he animado a exponer algunas ideas sobre otra forma de conducir este municipio en orden a alcanzar mejores estándares de calidad de vida, sostenibilidad ambiental y satisfacción de la población en general. Dentro de las cosas que se me ocurren están las siguientes:
- Regulación del tránsito: Alguien me dirá que ya eso se hace, pero nada está más lejos de la verdad. Nuestro ayuntamiento se limita a la asignación de franjas y la autorización de nuevas rutas, con el agravante de que se trata más de un negocio que de verdadera política para regular este servicio. Creemos sin embargo que se puede y se debe hacer más; por ejemplo las siguientes medidas:
- Reducir el ruido innecesario: El infierno acústico que se vive en las principales arterias vehiculares de nuestra ciudad es resultado de la falta de voluntad para hacer cumplir las regulaciones y la carencia absoluta de acciones punitivas y educativas. A un chofer de carro público, casi siempre con baja escolaridad, no le podemos dejar la reglamentación de cómo prestar el servicio de concho. Hace poco tuve la experiencia con un chofer a quien le llamé la atención por el exceso de bocina y me respondió diciendo que si un día su carro no tuviera bocina, no saldría a conchar. El daño a la salud física y mental que provoca todo este ruido amerita que se tomen medidas radicales, si fueran necesarias.
- Reducir la contaminación por escapes tóxicos: El deterioro con que se permite operar a los vehículos del concho han convertido en irrespirable el aire de la ciudad. Bajo el consabido alegato de que son padres de familia se permite el tránsito de vehículos destartalados por fuera y por dentro. Exigir mejores condiciones para permitir la operación de este medio de transporte es algo que está dentro de las facultades del ayuntamiento, pero que se hace de la vista gorda por puro populismo y clientelismo político.
- Mejorar los carros del transporte urbano: Es posible crear, con los mismos choferes y rutas, una flota que contribuya a hermosear la ciudad y sanear el ambiente, con un poco de imaginación y buena voluntad, el ayuntamiento puede ser un modelo para la gestión del transporte urbano, financiando las reparaciones y luego exigiendo condiciones adecuadas para operar el servicio de concho.
- Recuperación de los espacios públicos y de las áreas verdes: Las autoridades edilicias han permitido que nuestra ciudad se convierta en un gran mercado sin orden ni reglas para su funcionamiento. Si a alguien se le ocurre poner una carretilla o carreta en plena calle se le debe permitir bajo el entendido de que se trata de un padre de familia. Así el “padrefamilismo” se ha apoderado de Santiago convirtiendo en un caos el movimiento peatonal y las demás actividades de los ciudadanos. Ante esto se debe pensar en soluciones sencillas y prácticas tales como:
- Reubicar a los buhoneros y otros vendedores ambulantes en lugares estratégicos de la ciudad donde no entorpezcan el normal desenvolvimiento de los demás munícipes. A manera de ejemplo pienso en un vendedor de empanadas que se ubica en la San Luis con Sol. Este señor está ocupando alrededor de un metro de la calle para ofrecer sus servicios, impidiendo que puedan pasar dos vehículos de forma simultánea, con el consiguiente congestionamiento, gasto adicional de combustible, mayor contaminación, etc. Con solo rediseñar la meseta que utiliza ya se mejoraría el tránsito por ese lugar.
- Nada justifica el uso de las áreas verdes de la ciudad en otra cosa que no sea servir de ornato y de pulmón para aliviar la contaminación propia del medio urbano. En ese sentido el ayuntamiento no debe conceder permisos para operar negocios y recuperar los espacios que estén siendo ocupadas.
- Estamos llenos de chatarras o permitimos la operación de talleres y otros tipos de negocios altamente contaminantes en plena vía pública. Otra vez se alega la cuestión del padre de familia, ignorando que el vecino, también padre, no puede descansar y corre el riesgo de que sus hijos e hijas se enfermen por la contaminación con plomo y otros agentes contaminantes.
- Disposición de la basura: Por desgracia este problema ha sido tratado más como un negocio o un asunto político que como un servicio comunitario. Hemos invertido sumas multimillonarias en compra de equipos y en el pago a las compañías recolectoras, solo para ver cómo Santiago sigue siendo un gran basurero extendido por toda la ciudad. La razón de esta situación está en la falta de educación ciudadana y la forma desorganizada en que se presta el servicio. Poco avanzaremos en la higienización de nuestra ciudad si tenemos medio millón de personas tirando basura y solo mil para recogerla. En las ciudades más limpias del mundo el camión pasa una o dos veces por semana, pero a nadie se le ocurre sacar su basura cuando no corresponde. Lamentablemente nuestras autoridades municipales, no creen en la educación ciudadana, porque supuestamente eso no da votos, como sí parece darlos una capilla, aunque se construya en un área verde.
Estas ideas y reflexiones críticas podrían tener cabida en otro tipo de ayuntamiento, solo que “quien con veneno se cría veneno es su comida”, y nosotros los santiagueros seguimos pensando que la fórmula de José Enrique es el único modelo posible de gestionar la ciudad. Así es que posiblemente nos esperen 4 años más de: una escuelita por allá, iglesita por aquí, club de dominós en el barrio tal, ayuda económica para perencejo, una receta para la vecina. Lamentablemente esto vendrá de la mano del caos en el uso de los espacios públicos, ruidos infernales en nuestras calles, contaminación y basura a la orden del día, en fin, más de lo mismo.
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El autor es filósofo, psicólogo y profesor universitario. Email: jotatavarez@yahoo.com